Muchas veces no entendemos que la vida es un proceso evolutivo, lleno de cambios y etapas, con los cuales se lucha día a día.
No entendemos que cada una de nuestras acciones y decisiones tienen sus consecuencias a largo o corto plazo; y que todo lo que sembramos hoy, lo cosecharemos en un futuro.
No entendemos que “todos alguna vez nos llegan a fallar”.
No entendemos que nuestras acciones hablan más que nuestras palabras.
No entendemos cómo es que podemos extrañar, querer, recordar y tener presente, a alguien que ni siquiera se preocupa por nosotros!!!
No entendemos cómo es que una confianza de años, una amistad que se creyó eterna, simplemente con tiempo y la falta de intereses se desvaneció.
No entendemos que el valor que no nos damos, nadie nos lo dará.
No entendemos que no importa en la situación en la que estemos o el problema que
tenemos, todo llega a pasar.
tenemos, todo llega a pasar.
No entendemos que podemos herir y ser heridos.
No entendemos que cada tropezón es una lección más, un aprendizaje nuevo, es otra oportunidad para hacer mejor las cosas. Que la vida se trata de cómo tomamos todo lo que nos sucede.
No entendemos que podemos hacerle tanto daño a quien más queremos, y que pocas veces sabemos cómo remediar ese daño.
No entendemos que si seguimos perdiendo la magia de todos los detalles que nos brinda la vida, moriremos lentamente. Porque no muere quien deja de respirar, muere quien deja de vivir, de saborear los instantes, los detalles, el sonido de la lluvia, disfrutar de bellos momentos con un buen amigo, una palabra de aliento, un te quiero sincero.
No entendemos que el tiempo cura todo, hasta lo que la razón no se imagina.
No entendemos que todo puede cambiar en un instante, para bien o para mal.
No entendemos que amar nunca está de más. Que soñar es parte esencial de sentirnos vivos. Que aferrarnos a ilusiones es un tanto normal.
No entendemos que una vida sin Dios, sin su mirada, sin su sonrisa, sin su dirección y compañía, sin servirte a Él, sin darle lo mejor de nosotros, simplemente no valdría la pena. Porque a final de cuentas, sin Él todo resulta insuficiente. Nada llega a colmarnos ni hacernos sentir tan bien como su presencia en nuestras vidas. Nada ni nadie llega a darnos la alegría, la paz, la aceptación, la ayuda, la fortaleza, la tranquilidad que Él nos brinda.
Nada nunca será suficiente o reemplazara lo que Dios ocupa, porque Él lo es todo. Solo Él logra llegar a lo mas profundo de nuestro ser y entiende, ve, transforma, adorna, cambia, sana, bendice, nuestro corazón y nuestros mas profundos anhelos.
Recuerda que al final de cuentas en la vida no importa cuánto tengas, sino a quienes tienes en ella...
Siempre hay algo por el que vale la pena seguir viviendo y ese eres tú.
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